Meliá Hotels Internacional - Estancia inapropiada

Elegimos alojarnos en este hotel por experiencias pasadas en otros hoteles Meliã, los cuales, con cuatro estrellas cumplen ampliamente lo que prometen, como por ejemplo el Melia Benidorm.
Cuando llegamos al Sol Tenerife, nada más lejos de la realidad, nos encontramos con un hotel anticuado, con desperfectos por todos lados y escasa o nula limpieza ya en los asientos del Hall, en los cuales además de ser bastante antiguos, se veían manchas tanto de humedad, como crema de algún usuario o suciedad, cosa que a lo largo de la estancia no varió en ningún momento.
Los desperfectos en todo el hotel eran notables, desconchones en las paredes, manchas de humedades en techo y pared, grietas… Los ascensores estaban muy desgastados por la parte de abajo y las paredes, faltando trozos de sus paredes. También destacar que los ascensores eran escasos para el volumen de gente que se maneja por torre en las horas de comidas, haciendo imposible su uso de forma regular, teniendo que subir en varias ocasiones hasta la planta 9 a pie. Las moquetas de los pasillos estaban rotas y levantadas, y aunque el personal las recolocaba ocasionalmente, de nada servía ya que seguían levantándose.
La primera impresión ya era mala, pero al entrar en la habitación continuaba, como ya se intuía, estaba anticuada al igual que el resto del hotel, en todo el techo de la habitación (en nuestro caso la 912) salpicones de humedad y suciedad, que presuntamente nadie se había dado cuenta, suelos aparentemente no muy limpios, y en el baño una bañera con cortinas. La habitación parecía una habitación de apartamento mal reformada, en la que había muebles sin sentido y sin utilidad (tres mesas en una habitación de hotel), por no hablar de la nevera que generaba un ruido durante toda la noche que hacía imposible dormir. Las cristaleras de la habitación apenas aislaban el ruido, si bien es cierto que no hemos ido en la época más activa, no me quiero imaginar la gente que se ha alojado en plantas más bajas y en épocas de más actividad, lamentable teniendo en cuenta la actividad nocturna de la zona, y la imposibilidad de descansar para no va de turismo de borrachera.
La piscina es bastante pequeña pese a tener dos para adultos, la gente que acoge el hotel es excesiva para esta, haciendo imposible encontrar hueco para tumbarse, porque encontrar tumbona es imposible si no bajas a primera hora a “DEJAR LA TOALLA” puesta y luego irse por ahí, cosa para lo que el personal no puede hacer nada.
Y evidentemente lo mejor para el final, el bufet…. En mi vida he estado en un hotel en el que tenga que ir escogiendo que comida escoger por miedo a como estará… el primer día vemos que hay mucha comida con sabor extraño a pasado o recocinado 20 veces, frío o sin querer ponerse en lo peor, caducado. Tras la primera comida, comprobamos durante toda la estancia que solo se podían comer un par de cosas contadas, con la esperanza de no ponerse malos o de no poder comerse, el 90% de la comida estaba cocinada de hace días y se reponía día sí y día no, cosa que puedo entender en parte con ciertas cosas para no malgastar, pero cuando pierde todo su sabor llegando a saber mal o tener una textura inadecuada o rara… pésimo…. Los postres? Fruta… una lotería si pillabas el dia que la ponian nueva tenias suerte, y yogures o postres cocinados en el hotel tampoco estaban a la altura, dejándote como única opción el helado envasado o cosas compradas a terceros ya listas para consumo final. Siendo esta la misma tónica para todos los días… en ocasiones llegando a decidir comer y cenar fuera pese a haber pagado por ello en el hotel.
En general, el hotel deja muchísimo que desear, más aún cuando está bajo el nombre de Meliá y bajo cuatro estrellas… tras nuestra estancia apenas le daría dos, y desde luego la calidad Meliá era inexistente, hay hoteles de dos y tres estrellas que ni por asomo brindan una estancia tan nefasta. Un hotel para no volver, además comprando precios, por 100€ más las dos personas existen opciones infinitente mejores como el Best Tenerife, estando además mejor localizado, la pena fue que no pudimos anular la reserva porque sino ni la primera noche hubiese pasado ahí…
El parking gratuito también malísimo, apenas sin asfaltar y casi sin sitio, cuando se promociona por todo lo alto.
Evidentemente no solo hay que destacar lo malo, aunque en este caso es lo predominante, lo único bueno a destacar es el personal, muy atentos e intentando solucionar en la medida de lo que podían todos los inconvenientes, eso sí, viéndoseles a algunos la poca gana de trabajar por agotamiento seguramente debido a la situación del hotel, presión, o poca rentabilidad en su trabajo/ beneficio, cosa que no se suele ver en otros hoteles con los que pretenden competir. También destacar la cantidad de personal de seguridad que hay en el hotel, cosa que a priori sorprende y da que pensar, inicialmente parece que va a ser súper seguro, pero nada más lejos de la realidad, hay esa seguridad por los incidentes que ocurren, estando paseando tanto por piscinas como por todo el hotel revisando que no haya altercados, durante la estancia hemos presenciado dos detenciones en las que se presentó la policía nacional llevandose a unos individuos. Pero OJO que no es de extrañar y tras un día alojados… ya que, EL INMENSO HEDOR A PORRO POR TODO EL EDIFICIO, ZONAS COMUNES Y paseo de la playa (aunque entiendo que este no sea cosa del hotel), vamos, tanto que podrías irte colocado del hotel para un mes…. Sumado al jaleo de algunas de las habitaciones y lo poco efectivo que resultaban las quejas…. Hemos visto más reseñas en ests linea del hotel, espero que tomen pronto cartas en el asunto y que este hotel deje de bajarles la reputación de calidad a la que tenia asociado la marca de Meliá.
Además tanto en el hotel como en los alrededores, había cucarachas vivas y muertas merodeando, dejando ver claramente la situación.